Hablar de pan en México es realizar un recorrido por la tradición, una que se mantiene viva en muchos hogares y que hace que las mesas de las familias sean testigos de historias e instantes únicos, donde un momento crea recuerdos que perduran para siempre.
Desde una concha de chocolate para el desayuno hasta un bolillo para el susto, el pan dulce es un acompañante perfecto para cada situación, pero más allá de su exquisito sabor, su mayor valor se encuentra en las tomas que inaugura en cada merienda o cena, donde la familia se reúne para contar los nuevos planes, aquello que parece no tener solución, los sucesos del día y las conclusiones de la noche.

Esta aventura comienza desde la visita a la panadería donde colores, sabores y texturas enamoran desde nuestras vitrinas, conchas, cuernitos y besos que algún día degustaron personajes como Porfirio Díaz te invitan a probar un trozo de nuestra gran gastronomía, cuando el momento ha llegado y has seleccionado tu pieza, la charola encargada te propone hacer un cálculo visual que dice ¿Llevas las piezas para tu familia o invitados?

Una vez confirmada la selección y después del arribo a tu casa, empieza una competencia por ganar tu pan dulce favorito, el calvo, el taco o la dona se riñen en un concurso de quien lo agarre más rápido gana, ya con los ganadores en la mesa y el vapor que acompaña un cafecito caliente es inaugurada una charla magnifica o un silencio de degustación, ambos casos con el mejor sabor de boca, ese que es llamado unión.
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